El Mundo

El agua de lluvia y sus características

Cuando el agua se evapora, no se lleva consigo los solutos. Un experimento comúnmente recordado es el de disolver sal en agua y luego dejarla secar al sol; la sal permanece en el plato. En teoría, si se condensa esa agua, se obtendría agua pura, o al menos desmineralizada, que no es aconsejable para beber por las mismas razones que comer nieve o hielo de la naturaleza no contribuye significativamente a la hidratación. Sin embargo, en la vida real, el agua viaja por diversos lugares y es prácticamente inevitable que, a menos que ocurra en altamar, se encuentre con polvos de distinta naturaleza, los atrape, disuelva y arrastre consigo. Incluso puede encontrarse en la atmósfera con algunos compuestos gaseosos que reaccionen químicamente con ella, como los anhídridos de azufre o nitrógeno, resultantes de la combustión de sustancias que contienen estos elementos, transformando el agua en ácido sulfúrico y/o ácido nítrico, componentes de las lluvias ácidas.
Es importante considerar que los “polvos de distinta naturaleza” incluyen el excremento seco y en polvo disuelto con otros contaminantes. No es casualidad que, después de una lluvia, la atmósfera se perciba más limpia, literalmente lavada, ya que la suciedad se deposita en el suelo. Es comparable a usar un gran rociador para atomizar agua en un ambiente polvoriento y luego recogerla debajo.
En un cielo realmente limpio, hay buenas probabilidades de captar agua desmineralizada, que antes se utilizaba para reponer el ácido desecado en las baterías de los automóviles. Sin embargo, esto no la hace automáticamente apta para el consumo humano, y mucho menos si se considera la posibilidad de contaminación adicional. A veces, esa agua no es apta ni siquiera para un último enjuague involuntario de la ropa tendida, por lo que, si llueve sobre la ropa tendida al sol, a menudo es necesario volver a lavarla.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba
  • https://radiohd.net:10996/stream
  • FM DIMENSION 88.5